Los presocráticos
Anaximandro. Para él el principio de donde proceden todas las cosas no puede ser una cosa determinada, como el agua, sino algo indeterminado, infinito, inmortal, que lo gobierna todo y al cual llama ápeiron. La propuesta de Anaximandro es lógica y ofrece una nueva perspectiva del arjé. El principio primordial tiene que ser indeterminado porque solamente lo indeterminado puede recibir determinaciones; por otra parte, también debe ser infinito y causa del orden para que no se agote y pueda seguir conduciendo los movimientos que de él proceden.
Anaxímenes. Es discípulo de Anaximandro, sin embargo difiere de su propuesta, él considera que el origen de todo es el aire, que este elemento es indispensable para la vida, porque sin aire el ser humano no podría vivir, además, el aire puede dar origen a la diversidad de seres que existen mediante dos procesos: el de rarefacción y el de condensación.
El aire es la sustancia primera, cuando el aire entra en el proceso de condensación se convierte en nube, si se condensa más se convierte en agua, si se condensa más se convierte en tierra y piedra, luego con la rarefacción la piedra se calienta y se derrite convirtiéndose en lava, si se sigue calentando se ira convirtiendo en agua, en nube y nuevamente en aire. Así nos explica la diversidad de seres que existen y cómo el aire es la materia prima de todo, sin ella no existiría nada.
Empédocles (483-430 a.C.), que no vivió en Mileto, sino en otra ciudad, Agrigento, se opuso a Tales, Anaxímenes y Anaximandro, y propuso que no hay un material único del que todo esté hecho, sino cuatro: agua, fuego, aire y tierra.
Parménides, fue un pensador que cambió el rumbo de la Filosofía: partió de dos proposiciones aparentemente muy sencillas: el ser es, y la nada no es, entonces el cambio es imposible. Porque, explicaba Parménides, el cambio implicaría que algo que fuera, dejara de ser, y algo que no era, llegara a ser. Pero si ya dijimos que el ser es, y por lo tanto, no puede dejar de ser, entonces eso, el cambio, es absurdo, imposible. De igual modo, si nos tomamos en serio que la nada no es, tampoco sería posible que algo que no es, súbitamente adquiriera, por decirlo así, el ser. En conclusión: el cambio es imposible.
Parménides considera que, la única vía para conocer la verdad es la razón, sin ella no podríamos llegar a ningún lado. Por lo cual considera que el Ser debe tener las siguientes características: es único, eterno, inmóvil e infinito. Considera que el Ser y el pensamiento son lo mismo, de ahí que la razón sea el único medio para alcanzar la verdad, pues los sentidos nos dan meras apariencias. Con el pensamiento podemos acceder al Ser, aquello que no tiene límites, que no tiene principio ni fin, aquello que no se mueve que siempre permanece igual, que es uno y el mismo.
Heráclito, postuló que el fuego era el origen del cosmos, consideró que todo cambia que nada permanece, que todo es un devenir eterno que propicia la diversidad de los seres y de las cosas. De él es también la célebre observación de que, estrictamente hablando, nadie puede bañarse en el mismo río dos veces, porque en cada baño, tanto uno mismo como el río ya son distintos a lo que eran cuando tuvo lugar el baño anterior.
Según Heráclito ninguna de las cosas particulares que podemos percibir, esta pared, este libro, esta silla, esta nube, este árbol, nos revelan lo que es la naturaleza, ya que a la naturaleza le gusta esconderse, ocultarse tras un velo. Y de manera similar a Parménides, nos dice que sólo podremos “develar” la naturaleza, es decir, quitarle el velo con el que se cubre, y des-cubrir su verdad, utilizando nuestra razón.
Pitágoras, fue quien propuso el número como origen de la realidad. Perteneció a una secta religiosa, la cual consideraba que el alma es inmortal, que transmigra y reencarna. Consideraba que todos los seres vivos tienen un alma, la cual no moría, sino que vivía eternamente. Iba evolucionando para cumplir con una misión, para lo cual ocupaban los cuerpos de los animales y los seres humanos, por tal motivo los pitagóricos no comían carne.
Esto los llevó a la contemplación de la realidad y a proponer que el origen de todo no es algo físico, sino que es algo ideal, con características de perfección e inmaterial similares a las del alma. Descubrió que toda la realidad se puede expresar mediante entidades numéricas y geométricas, por eso Pitágoras consideró que el cosmos estaba estructurado de una forma parecida, con un orden, una medida y una proporción perfecta como el tetrakys que representa el número 10 y que para ellos era sagrado.
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