Platón

La gran propuesta de Platón es la existencia de un mundo de las ideas, que existe por sí mismo, separado del mundo sensible (es decir, el mundo que podemos ver, escuchar, tocar, oler y saborear). Y como te imaginarás, para Platón, este mundo de las ideas, al estar separado del mundo de las cosas que podemos percibir con los sentidos, sólo puede ser conocido mediante la razón. Ahora, ¿cómo es que este mundo de las ideas está en el fondo, en el interior del alma de cada hombre? Para Platón sólo puede haber una respuesta: esas ideas han estado siempre ahí, pero el hombre las olvida en el momento en que nace. Por eso dirá que conocer una idea verdadera, en realidad es recordarla. Esta concepción del conocimiento se llama, en griego, anamnesis.
Para explicar su teoría de las ideas Platón recurre a la alegoría de la caverna, que es una relato donde describe la relación que existe entre el mundo material y el mundo ideal, a continuación la describimos:
Imagínate que todas las personas se encuentran en el interior de una caverna, todos están atados con cadenas y grilletes, no se pueden mover ni voltear a los lados ni para atrás, tienen la vista fija al frente. A sus espaldas se encuentra un muro que sirve de pasarela, atrás del muro se encuentra una fogata que ilumina la caverna. Entre la fogata y la pasarela se encuentran varias personas que van caminando y sosteniendo toda clase de objetos, animales, árboles, personas, etcétera., como pasan por en medio del fuego las personas que están encadenadas sólo perciben las sombras que son reflejadas en la pared de la caverna. Dichas personas consideran que eso es la verdad y la realidad, pues no pueden observar otra cosa, ya que están encadenados y sin movimiento. Ahora imagínate que una persona de las que están encadenadas fuera llevada atrás de la pasarela, él observaría los objetos reales y se daría cuenta de la diferencia entre los objetos y las sombras. Si regresara con los que están encadenados y les dijera que eso que observan no es la verdad se burlarían de él y lo tacharían de loco, pues le dirían que esa es la verdad, que desde niños eso han observado y no hay otra realidad más que esa.
Con este relato Platón da a entender que existen dos mundos, el primero, es un mundo ideal, perfecto, donde habitan las ideas y el alma del ser humano, el segundo, un mundo material y sensible que es un reflejo del primero, por lo que este mundo es imperfecto y contienen sólo apariencias, su idea es superar el mundo material y acceder al mundo ideal mediante la reflexión y el análisis de las ideas.
Así como existen dos mundos, uno aparente y el otro auténtico, de igual forma existen dos tipos de conocimiento: el saber verdadero, la ciencia (episteme) y el otro, es la opinión, un saber aparente (doxa).
La doxa, es el conocimiento que emana de los sentidos, son las sombras o apariencias de la realidad ideal. Las imágenes que recibimos por los sentidos son las que nos llevan al error, a la falsedad del conocimiento, son meras opiniones que hacen referencia a cosas que siempre cambian, por lo que no podemos llegar a la certeza de qué son, pues nacen, mueren y están en un constante devenir.
Dentro del conocimiento sensible Platón distingue dos tipos de éste: eikasía que es la simple opinión, la conjetura o imaginación, se limita al conocimiento de las simples apariencias. Y pístis, que hace referencia a la opinión o creencia, ésta se produce cuando percibimos los seres sensibles y artificiales.
El conocimiento inteligible, que se capta por nuestra razón, también lo divide en dos: diánoia, que es el conocimiento racional, se ocupa de estudiar los números y los entes matemáticos. Y el segundo es gnoesis el conocimiento supremo o ciencia suprema que pretende captar las ideas en sí mismas. Así es como conocemos la realidad, por una parte, nuestros sentidos proporcionan imágenes de un mundo sensible y por el otro nuestra razón proporciona el conocimiento de las ideas, que se asemejan al alma, y este último es el conocimiento verdadero, donde radica la ciencia.

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